El secreto de la felicidad se encuentra que llevar unos hábitos de vida saludables y saber darle a cada asunto la importancia que realmente tiene. Esto supone no sobredimensionar el trabajo y aprender a desconectar de tanto en tanto, teniendo presente que los resultados en cualquier actividad tienden a resentirse si no se reponen fuerzas en el momento oportuno. Desconectar es por tanto una necesidad básica para encarar los nuevos retos con fuerza y sobre todo para abrirse a nuevas experiencias que enriquezcan la vida y demuestren que no todo puede ser trabajo, trabajo y trabajo. Las vacaciones son el momento esencial para ello.
La dificultad de desconectar es uno de los grandes males de nuestro tiempo. El vertiginoso ritmo de vida de la sociedad contemporánea y la abundancia de datos, contenidos y medios de comunicación que nos bombardean a diario complican notablemente alejarse siquiera en parte de la realidad. Paralelamente, las últimas innovaciones en el terreno de las nuevas tecnologías propician que la dependencia respecto a los teléfonos móviles o las tabletas sea cada vez mayor, dejándonos imágenes tan características como la del oficinista que sigue pendiente de su teléfono incluso durante la hora de la comida. De este modo, el estrés se va acumulando.
Por todo lo anterior, las vacaciones deben tomarse como una desconexión casi radical respecto a las rutinas del día a día. La comprobación de los nuevos mensajes o correos electrónicos debe aparcarse a varios momentos concretos del día, previniendo así el estar permanentemente en vilo y centrándonos en descansar. No en vano, el descanso físico puede resultar infructuoso si no va acompañado por la relajación mental. Algunos hoteles y resorts vacacionales ofrecen notables servicios relacionados con el bienestar que constituyen una valiosa ayuda para cumplir nuestros objetivos, como un hotel Pirineos.
En cualquier caso, para ganar en tranquilidad conviene haber dejado nuestras obligaciones debidamente cubiertas. Dejarse tareas pendientes antes de las vacaciones o programar eventos frenéticos inmediatamente después del regreso son vicios que dificultan el descanso, provocando que sistemáticamente estemos pensando en lo que debemos hacer a nuestra vuelta. Por otro lado, organizar con antelación las vacaciones es igualmente positivo por cuanto prevenimos que el estrés de los últimos días de trabajo se una a los nervios por cerrar las reservas. No olvides tampoco comunicar a tus conocidos en las redes sociales que no estarás disponible durante unos días, esto disminuye las ansias de conectarse.